16 de abril de 2013

Introspección


Cuando preguntaste por las cosas,
por ésas que ves y que tocas,
por aquéllas lejanas e inenarrables,
mas por todas las que supiste de este mundo,
entonces fuiste tú: uno, el importante, el único desde
el que el cosmos se puede ver.
Cuando preguntaste por las cosas,
hace ya muchos años,
tu sonrisa era fácil, porosa, penetrable el viento
en tu boca y la amistad a tiro fácil.
Cuando preguntaste por las cosas,
entonces con el que late pujante, con la fuerza
de las ancas traseras de un saltamontes,
a ti mismo te llamabas niño que juega y que ríe siempre.
Después, cuando las cosas de este mundo no te dieron respuesta,
o quizás una débil o pasmosa,
tu sonrisa blanca se cerró como una puerta afectada de peste,
y entonces, como los misterios flotantes,
comenzó la parte de ti que no está clara.
Porque te llamaste hacia todos los lados,
y viste ángulos obtusos que a veces te helaron la sangre.
Y te buscaste en los más inhóspitos rincones,
para sólo hallar arenilla espantosa.
Viviste alado  para encontrarte antes,
y probaste todo con la intención de amar la  sustancia,
y gritaste ahí afuera y a todas horas y donde estuvieses
fingiste buscar a quien siempre tuviste dentro.
Por eso dijiste, ¿ y quién y qué soy?
¿Y dónde y para qué voy? ¿Y a quién y por qué tengo?
¿Y sobre todo por qué me lamento?
Y no cesó todo esto, ni tampoco Dios ni su contrario,
ni la naturaleza madre y su destrucción,
ni todos los que no están y los muchos que aún vendrán.
Día y noche te alojaste en tu calvario,
golpes de pecho y gritos pinchudos en dirección hacia dentro;
desgarrado, llorando, dolor y más dolor como si el universo fuera
verde con un único agujero negro. Hablasteis tú
y tu agujero, él oscuro y tú borroso,
la borrosidad de los fantasmas, estrafalarias esferas
ensombreciendo tu bondad infinita, y apenas concluisteis
por nuevamente el principio del final: ¿quién soy?
Y todo ello, 
para ya de viejo, cuando de nuevo miraste las cosas,
cuando una mañana imponente con su sol mezclado en el cielo
como una cereza en la boca, con tu saliva salpicando
la vida para hacerla fresca,
tú, viejo, niño ya, preguntaste por las cosas
y todas ellas te respondieron eso tan bello que sabes ahora…

1 comentario:

  1. Me has dejado sin palabras: "Cuando las cosas de este mundo no te dieron respuesta, o quizás una débil o pasmosa(...)comenzó la parte de ti que no está clara". Me encantó esa frase. ¡Y el final...! Me encanta la imagen de nuestro paso por la vida, nuestra comprensión de la vida a lo largo de los años. Muchas gracias por aceptar colaborar en este blog. ¡Bienvenido!

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