Con
su primer material (homónimo, por cierto), Bengala sorprendió a propios y
extraños con una propuesta fresca y rejuvenecedora de lo que el rock
alternativo mexicano podía y debía ofrecer. Recuerdo que al escuchar ese
material a finales de 2006, viajando por una nevada y gélida carretera
canadiense, mi percepción se encontraba enfocada por completo a los diversos sonidos
que de mis audífonos emanaban. Una gratísima sorpresa que rápidamente se
almacenó en mi inconsciente sonoro, y de la cual mi sistema pediría más y más.
Llegaría
el 2009, y con él la oportunidad de saciar mi necesidad por enfrentarme al
segundo material de esta banda que tiempo atrás me había conquistado. La
segunda entrega siempre es complicada, ya que las miradas y análisis (si es que
esta palabra cabe en el mundo del rock) tienden a ser más quisquillosos.
Por
fortuna, Oro representó un paso de
consolidación para Diego Suárez, Amauri Sepúlveda, Jesús Herrera, Marcos Zavala
y Sebastián Franco, ya que a pesar de alejarse un poco del sonido del disco
debut, la esencia de Bengala permaneció inalterable. Una combinación de
detalles auditivos que en primera instancia cautivan, pero que al momento de
dedicarle toda tu atención en verdad enamoran. Tal y como el preciado metal es
en realidad: difícil de encontrar, pero una vez que lo tienes en tus manos no
lo puedes soltar.
En
2012, con mucho más experiencia y camino recorrido, para Bengala llega el
momento de enfrentarse a la madurez musical. Con Sigue, una producción
conformada por diez temas, y de la cual se ha desprendido el sencillo “16”, han
encontrado el justo medio entre explosividad e introspección.
La
capacidad creativa y ejecución instrumental de cada miembro se notan
completamente amarradas a la siempre sabia dirección que alguien como Emmanuel
del Real (Café Tacvba) puede brindar. Si a esto le sumamos que el proceso de
composición se llevó a un punto al que la banda jamás se había enfrentado (cada
quien trabajando por su lado y presentando los arreglos finales para ser
grabados en conjunto), entonces tenemos como resultado un experimento exitoso
que encontrará rápidamente respuesta y del que querremos ver a la brevedad
varias muestras en vivo.
Melodías
ensoñadoras, coros precisos y envolventes, guitarras que coquetean con la
alegría, la emotividad y la serenidad; piano y teclados que bien pueden
llevarte a atmósferas poco exploradas o que transportan a rincones donde la
nostalgia adquiere tintes reconfortantes; un bajo sutil e incesante que comulga
y se compenetra con la batería como si fueran los mejores amantes; y una
presencia y manejo vocal que termina de dar sentido al viaje que cinco músicos
mexicanos proponen.
Ahora,
poco más de cinco años después de esa primera escucha, la evolución que este
conjunto ha tenido me permite llegar a la siguiente conclusión: Bengala, con
persistencia y audacia, comparte el “Mensaje” de que no hay peor “Cárcel” que
aquella en la que se encierra a la creatividad; su música es sincera, nunca
“Miente”, y nos enseña que, ya sea en un “Planeador” o viajando a través de la
“Carretera” de cualquier imaginario, el camino Sigue y se extenderá irremediablemente… tan sólo depende cómo lo
queramos recorrer.
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