Por Fernando Gomez-Gil
Hay veces en la vida, en que podemos
encontrar tantas similitudes entre varias cosas que naturalmente parecen
opuestas, pero cuando uno se detiene a verlas, pueden ser tan parecidas que no
se podría creer tal similitud.
En la vida hay dos cosas
que a los hombres en particular nos llaman la atención: una de ellas y la
principal creo yo, es la atracción por el sexo opuesto y, la otra, es aquella
carrocería llamada automóvil. Cuando un hombre busca comprar un coche por lo
regular observa cuáles son los modelos que existen en el mercado, si lo quiere ‘usado’ o ‘de agencia’, coche o camioneta y, también se interesa, por los colores
en los que existe el modelo. Una vez que hemos reducido nuestro rango de
modelos a elegir, ya sea en una agencia o en un lote de autos, uno, como comprador, da varias vueltas, o si
no, las necesarias para poder llegar a una correcta elección del modelo
deseado. Esta elección es definitiva cuando uno decide embarcarse en la
adquisición de esta unidad.
Esto mismo sucede con las
mujeres, después de tanto merodear los lugares en los que podemos encontrar a
una damisela, doncella o señorita la cual nos llame en exceso la atención,
hacemos un estudio minucioso de las cualidades y virtudes que este modelito,
bastante atractivo, puede ofrecernos a corto, mediano o largo plazo, de un buen
rendimiento en relación con un bajo costo en el servicio de mantenimiento del
cariño.
Hasta que decidimos por
fin acercarnos a ver a esta dama, para así poder empezar a hacer las
respectivas pruebas que nos permitirán tomar la decisión correcta. Una vez adquirido el compromiso con cualquiera de las dos unidades -tanto femenina, como automotriz- no podemos dejar de resaltar los especiales
cuidados que en un principio se tienen, ya que de ninguna manera se permite que
nadie las toque o las maneje. Siempre procuramos tratarlas de la mejor manera
posible y de ningún modo permitimos que en algún momento, algo les comience a
sonar o a fallar. Tantos son los cuidados que en vez de un gusto es casi un
comportamiento casi obsesivo con los cuidados al respecto.
Al pasar de los años,
como en cualquier relación o vínculo, empiezan a existir detalles en el funcionamiento,
pero es deber de cada usuario el dar los mantenimientos respectivos y seguir
con los cuidados necesarios para continuar con el óptimo desempeño de las funciones del mecanismo en cuestión. Y es, de esta manera, como puede llegar a
resistir durante muchos años esta sinergia.
Pero como en toda relación
o vínculo, llegamos a un punto donde empiezan a surgir las dudas sobre el buen
funcionamiento de las cosas, es ahí donde topamos con una de las encrucijadas de
la vida, tenemos la opción de desechar o remplazar la unidad o relación, o
podemos llevar a cabo una serie de modificaciones, de manera que, el vínculo
entre los dos seres, continúe. En este punto es cuando tomamos la sabia decisión
de que a nuestro auto lo conservaremos por el resto de nuestras vidas, lo
cuidaremos e incluso realizaremos mantenimiento profundo a todas y cada una de
las partes, para así llegar a adquirir un compromiso eterno en el que la
fidelidad y el amor se encuentren presentes.
Como al principio de la
relación, no permitirás que nada ni nadie toque y, muchísimo menos
permitirás que nadie más maneje, es así como decides que este primer y único
amor te acompañará por el resto de tu vida, estableciendo un lazo que jamás
podrá romperse y ninguna fuerza existente podrá hacer que la dejes de ver como aquella
primera vez en la que supiste que era la opción ideal.
Es de esta manera como se
llega a los clásicos, los amores que son para toda la vida y aquel coche que
fue para toda la vida. De cualquiera de las dos formas nos damos cuenta que el
lazo creado, al paso de los años, es lo único que nos hace seguir adelante.
Fernando jamás me atrevería a criticar el trabajo de un artista. Es un placer y un gusto poder darte mi opinión de Lazos Mecánicos. Qué hermoso es leer entre líneas y descubrir la esencia del mensaje.
ResponderEliminarDarme cuenta cómo en la mente de un hombre se concibe y entrelazan dos ideales. Sigue escribiendo, que éste sea el comienzo de un camino lleno de éxitos.
Gracias por compartirlo.
María Luisa.